Un sistema de alarma consiste en un conjunto de dispositivos electrónicos que se sitúan en lugares estratégicos de tu hogar, empresa o negocio, con el objetivo de detectar intrusiones de personas no autorizadas o cualquier otra situación que suponga un riesgo de seguridad.
El esquema típico de cualquier sistema de alarma se compone por una parte de un hub o central receptora, que gestiona todos los demás dispositivos del sistema, sirve para activar y desactivar la alarma, y se comunica con la central receptora de alarmas (CRA) si tienes contratado este servicio, y una serie de detectores o sensores que identifican las amenazas de seguridad cuando éstas se producen.
Las situaciones que pueden suponer un riesgo de seguridad son por ejemplo la apertura de puertas a horas en las que no debería haber nadie en las instalaciones de tu empresa, rotura de ventanas, presencia de intrusos en zonas de acceso restringido, o altos niveles de agua, gas o humo que indican que se puede estar produciendo un siniestro de tipo inundación, escape de gas o incendio.
Cada una de estas situaciones se detecta utilizando un dispositivo específico, por lo que existen diferentes tipos de detectores que se utilizan en los sistemas de alarma:
Este tipo de detectores tienen como objetivo detectar la presencia de intrusos en una zona restringida. Existen varios tipos de detectores de movimiento, que utilizan sensores basados en diferentes tecnologías.
Los detectores de apertura son interruptores magnéticos compuestos por dos piezas separadas: un interruptor y un imán. Es un tipo de detector muy común ya que su instalación es fácil y económica.
Suelen instalarse para detectar la apertura indeseada de puertas y ventanas, para lo cual se instala una de las piezas en el marco de la puerta o ventana, y la otra pieza en el propia puerta o ventana.
Cuando la puerta está cerrada, ambas piezas están muy próximas, y se forma un circuito cerrado. En caso de que la puerta o ventana se abra cuando la alarma está activada, el circuito es interrumpido, y esto hace que salte la alarma alertando de la intrusión.
Los sensores inerciales o sísmicos detectan las vibraciones anormales que se producen sobre la base en la que están colocados, por lo que son muy útiles para detectar golpes y movimientos bruscos.
Suelen colocarse en cajas fuertes, o también en puertas, paredes y ventanas, pues permiten detectar que alguien está intentando entrar por la fuerza a una zona de acceso restringido, y activar la alarma inmediatamente.
Estos sensores son de tipo microfónico, y se activan cuando detectan las bandas de frecuencia de sonido que se generan cuando un cristal se rompe. Son capaces de detectar tanto frecuencias audibles para los humanos, como ondas infrasónicas que no podemos llegar a oír.
Este tipo de detectores se instalan cerca de ventanas, escaparates de tiendas, o puertas de cristal, y en caso de que un intruso rompa el cristal en su intento de acceder a la zona restringida, disparan la alarma de forma instantánea.
Además de la detección de intrusión, un hub o central de alarma puede estar conectado a otro tipo de dispositivos que detectan que se puede estar produciendo un siniestro como escapes de gas, posibles inundaciones, o un incendio en tus instalaciones.
El tipo de sensores que se utilizan para detectar estas situaciones son específicos para cada amenaza de seguridad:
En este artículo te hemos explicado los diferentes tipos de detectores y sensores que se utilizan en los sistemas de alarma y para qué se utiliza cada uno de ellos.
Si tienes dudas o preguntas, o si necesitas ayuda para instalar un sistema de alarma en tu empresa o negocio, ponte en contacto con nosotros y estaremos encantados de valorar tu caso.